sábado, 3 de septiembre de 2011

PEDRO KROPOTKIN O LA SABIDURÍA EN LA ANARQUÍA.

Pedro Kropotkin (1842-1921). Aristócrata de nacimiento, pero ácrata desde que tuvo conciencia de las contradicciones económicas, sociales y políticas en un mundo de clases antagónicas, Pedro Kropotkin, descendiente de los Ruriks, que gobernaron en rusia antes que la dinastía de los Romanoff, fue libertario, uniendo su pensamiento y acción, en defensa de la emancipación de los siervos en Rusia, y de la liberación de los trabajadores en todo el mundo.

En su temprana juventud, por su linaje aristocrático, Kropotin fue paje del Zar y luego oficial del ejército ruso, pero tenía más vocación por la filosofía, la ciencia, la sociología, la historia, la economía y por todos los conocimientos humanos. En consecuencia, renunció a su carrera militar, como igualmente hiciera antes que él Bakunin, trasladándose a Europa occidental entrando en contacto con los medios científicos y los círculos anarquistas de distintos países europeos, principalmente Suiza, Italia, Francia e Inglaterra.

A Kropotkin comenzó a interesarle la corriente socialista libertaria, frente al socialismo de Estado, optando por los ideales de Proudhon y de Bakunin y no por los de Marx y Engels, prefiriendo la sociedad autogestionaria al despotismo político y económico bajo un capitalismo de Estado disfrazando de socialismo.

Según Kropotkin, "el conflicto entre bakunistas y marxistas no fue una cuestión personal, sino el conflicto inevitable entre los principios del federalismo y el centralismo. Entre la comuna libre y el gobierno paternalista del Estado, entre la acción libre popular y la mejora de las condiciones capitalistas vigentes mediante el reformismo. El conflicto entre el espíritu latino y el gist germano, tras las derrota de Francia (1871), en el campo de batalla, proclamaba su supremacía en la ciencia, la política, la filosofía e incluso en el socialismo, presentando su propia concepción del socialismo como "científica" y tachando todas las demás de "utópicas".

Sin embargo, el tiempo ha demostrado que el "socialismo científico", según el modelo marxista-leninista aplicado en la Unión Soviética, no ha rebasado, desde 1917, luego del stalinismo, un sórdido capitalismo de Estado, una dictadura burocrática propia de los mandarines o los sátrapas asiáticos, precisamente porque el "socialismo científico" ha excluido al pueblo como protagonista de su propia emancipación y no la prometida, pero nunca realizada por el PCUS: instrumento de dominación de la burocracia sobre los trabajadores. Por eso, Kropotkin, que murió en Rusia en 1921, en sus escritos póstumos, dijo que la mejor enseñanza de la Revolución Rusa consistía en cómo no había que hacer una revolución, dicah del proletariado, pero no conducida por él como protagonista del cambio económico, político y social, sino por el Sanedrin del boureau político del PCUS.

Sobre el papel contrarrevolucionario del Estado, como instrumentode dominación de la burocracia, Koprotkin aclara:

"Digamos en principio que todos están de acuerdo en rechazar la nueva forma de sistema salarial que se establecería si el Estado pasase a ser propietario de toda la tierra, las minas, las fábricas, los ferrocarriles, etcétera, y el gran organizador y director de la agricultura y de toda la industria. Si estos poderes se añadiesen a los que el Estado ya posee (impuestos, defensa del territorio, religiones subvencionadas, etcétera), crearíamos un nuevo tirano aún más terrible que el anterior". (La ciencia moderna y el anarquismo).

Esta advertencia sobre el poder-Leviathan se ha concretado en el modelo marxista-leninista soviético: los trabajadores son menos libres que bajo el capitalismo privado, pero entregan más plusvalía a sus opresores burócratas que a los viejos burgueses ya que éstos, mal que bien, respetaban el derecho de huelga y alguna que otra libertad esencial o derechos fundamentales del hombre, alcanzando en las revoluciones europeas occidentales, que non rebasaron el limitado horizonte de la burguesía.

El Estado, como poder colocado por encima de la Sociedad, prácticamente tomó cuerpo militar, policial, jurídico y financiero, durante las monarquías absolutas en Europa, bajo el "slogan" hipócrita: "Todo por el pueblo, pero sin el pueblo", lo cual se disimuló en las democracias burguesas representativas, pero volvió a encarnarse en el Estado soviético, monopolio de los mariscales, de la burocracia del PCUS, de la tecnocracia dirigente de las empresas nacionalizadas, propiedad del Estado, pero no de los productores directos: los trabajadores.

La Revolución Rusa de 1917 fue hecha por los obreros y los campesinos, como todas las revoluciones realizadas por el pueblo, pero luego usurpadas por la burguesía ilustrada, en la Revolución Francesa de 1789-93, y por la burocracia política del PCUS, en Rusia, quizá porque el pueblo no está muy preparado para asumir el autopoder de la democracia directa, en política, y de la autogestión de las empresas, en la economía. De ahí que todas las revoluciones populares, mientras no las conduzca el pueblo mediante sus empresas, cooperativas, mutualistas, federaciones, autogobiernos y autodefensa, se le van a escapar mientras éste se deje seducir por las burocracias del "socialismo científico", que hace al Estado propietario de todo y a éste monopolio de la burocracia, del Partido único.

El comportamiento de la burocracia soviética es muy similar al de la burguesía jacobina que tronaba contra el derecho de huelga de los obreros con estas palabras: "A las huelgas, para formar un Estado dentro del Estado: ¡Muerte!" La "burguesía roja", los pocos que gobiernan dictatorialmente en la Unión Soviética, se expresan lo mismo que los jacobinos: "¡Muerte contra los huelguistas!" Para justificar esta política hipócrita la "Nomenklatura" soviética esgrime una cauística que roza los misterios teológicos de la santísima trinidad. Pues, según los ideólogos soviéticos, "la propiedad del Estado es la propiedad de todos" y el Estado es "el Estado de todos", de modo que nadie tiene derecho a disminuir el poder del Estado, salvo pena de muerte, campos de concentración o internamiento en hospitales psiquiátricos. Pero de toda esta metafísica política, propia del dogmatismo pero no del socialismo, se deduce una cosa cierta; el Estado-patrón, policía, comerciante, sindicato y partido, que dicta los salarios a su gusto, cosa que no puede hacer la burguesía occidental; y como la burocracia reparte el excedente económico así se queda con la mayor parte. De ahí que el "socialismo científico soviético.